Por Mercedes Núñez.
Profesora Jubilada de la Cátedra de Historia de las Ideas Pedagógicas en Venezuela.
Escuela de Educación. UCV.
Los profesores, técnicos que
transmitían los secretos de su arte, no eran considerados por los griegos
educadores en el sentido estricto; el
maestro era menos importante que los paidogogos: al principio personas
muy humildes, a menudo esclavos, encargados de llevar a los niños a la escuela.
El paidogogo terminó convirtiéndose en el verdadero preceptor al enseñar
al niño: etiqueta, buenos modales, cómo conducirse en la vida y, en resumen, la
idea moral a la que debía adaptarse.
Luego del desastre ateniense, producto
de su derrota en la guerra del Peloponeso, y de la salida de los treinta
tiranos, a Sócrates se le aplica la misma ley que sirvió para perseguir a
Anaxágoras: se le acusa de impiedad, de corromper a la juventud y de cobrar por enseñar. Se trata del
período en que se agudizan las
contradicciones de clase y cuando la asamblea y los tribunales son controlados
por nuevos hombres, Sócrates es condenado a muerte. Este hecho es recogido por
Platón, en la Apología a Sócrates,
en los siguientes términos:
Antecedentes de la Democracia Esclavista
La democracia
esclavista, que logró imponerse definitivamente luego de las tiranías, fue el
producto político de la encarnizada lucha de clases entre la aristocracia
esclavista, integrada por un reducido número de familias que erigían su
hegemonía política sobre la base de la propiedad territorial y la explotación
de esclavos y que la justificaban, desde el punto de vista ideológico, en una
supuesta autoridad heredada de sus antepasados que se remontaba, según la
genealogía, a famosos héroes e incluso a dioses, y nuevos sectores sociales,
con fortunas recientes, vinculados a la expansión de la actividad comercial, que aspiraban mayor participación
en los asuntos del Estado.
A lo anterior se sumaba el descontento de los ciudadanos
pobres debido a sus condiciones
de existencia, en este sentido Finley (1983 b) señala:
..., la tradición de muchísimas peticiones de distribución de tierras y cancelación de deudas no fue una ficción. Tampoco es falso poner el acento en el monopolio de la aristocracia en la administración de justicia (y de las funciones sacerdotales). [...] Para las clases más bajas, a diferencia de las superiores, las demandas económicas y la petición de justicia privaron sobre las reivindicaciones de los derechos políticos. [...] La ley en manos de una aristocracia tradicional y cerrada, perpetuándose a sí misma y secreta, [...], era un arma poderosa y cada vez más intolerable. ... (p. 119)
En estas condiciones era frecuente que los
ciudadanos pobres se vieran relegados a la esclavitud por deudas, para ilustrar
esta situación Finley (1982 b) cita a Aristóteles (Constitución de Atenas II)
quien afirma que: “...hubo
civil contienda entre los nobles y el pueblo durante largo tiempo” porque “los
pobres, con sus mujeres e hijos, eran esclavizados por los ricos” y “no tenían
derechos políticos”. (p. 37)
Atenas vive una permanente stasis,
las encarnizadas luchas sociales entre ricos y pobres, estimuladas y
aprovechadas por los nuevos sectores sociales, conducen a principios del siglo
VI a.C. a investir a Solón de poderes supremos con el objeto de suavizar las
tensiones. Sus reformas, entre otras: eliminación de la esclavitud por
deudas, limitación de la propiedad territorial (impidiendo el crecimiento de
dicha propiedad y consolidando el modelo de pequeña y mediana propiedad
característico del período clásico) y la creación de la asamblea con derecho al
voto para todos los ciudadanos y con el ejercicio de los cargos públicos
reservado a los propietarios- tuvieron
efectos poco duraderos.
Sin embargo una de tales
reformas, la división de los ciudadanos en cuatro categorías -según la riqueza-
fundamentalmente con el objeto de elegirlos para el desempeño de los cargos
públicos, tuvo particular importancia por cuanto:
...Formalmente rompió con los derechos exclusivos de una clase hereditaria, de una nobleza de nacimiento, aunque las familias aristocráticas siguieron predominando en la nueva clase gobernante determinada por la riqueza, al menos por algún tiempo. ... (FINLEY, M. I. 1986, p. 26)
W. Jaeger (1957), hace referencia a Solón y a sus
reformas en los siguientes términos:
...Aunque hijo de la nobleza ática, rompió valientemente con las concepciones heredadas de su casta. Persigue en sus poemas, bosqueja en sus leyes e incorpora en su acción un nuevo tipo de vida humana, cuya perfecta realización es independiente de los privilegios de la sangre y de la posesión de riqueza. En su reclamación de justicia para el pueblo trabajador oprimido, nada más lejos de sus previsiones que hubo de proclamarlo más tarde su fundador. Aspiraba tan sólo a la depuración moral y económica de los fundamentos del antiguo estado aristocrático, en cuya decadencia nunca había pensado. Pero los nobles no habían aprendido nada de la historia ni aprehendieron ahora nada de Solón. Al retirarse éste, consumado su mandato se encienden las luchas de partido con nueva violencia. (p. 212)
Como se evidencia
en la cita anterior, la lucha continuó; Perry Anderson, (1980) aludiendo este
período de convulsiones sociales afirma que: ...”La
presión combinada del
descontento popular por abajo y de las nuevas
fortunas por arriba
quebraron el círculo
del dominio aristocrático en las
ciudades.” ... (p. 25)
El descontento popular y la agudización de
las luchas sociales condujeron a las tiranías que representaron la transición
definitiva hacia la democracia.
El poder y la autoridad del
tirano se fundaron en las concesiones hechas a las clases populares. Para Jaeger (1957),
...el origen de las tiranías se halla profundamente vinculado a los grandes cambios económicos y sociales, ... El creciente desarrollo de la economía monetaria frente a la economía natural produjo una revolución en el valor de las propiedades de los nobles que habían constituido hasta entonces el fundamento del orden político. Los nobles, apegados a la antigua forma de economía, se hallaban en un plano de inferioridad ante los propietarios de las nuevas fortunas adquiridas con el comercio y la industria. ... (pp. 213-214).
Por su parte Finley (1983 b)) considera que las tiranías
fueron el producto de
...la incapacidad de la aristocracia hereditaria de contener o resolver los crecientes conflictos, los suyos internos o los concernientes a los plebeyos enriquecidos, a la población urbana en crecimiento y al campesinado agobiado por las deudas y empobrecido. Los conflictos con otros estados a veces se añadieron a lo anterior, ... (p. 122)
y en cuanto al papel desempeñado por las tiranías
agrega:
..., los tiranos al final fortalecieron la polis y sus instituciones y contribuyeron a levantar el demos, al pueblo como conjunto, a un nivel de conciencia política que luego llevó, en muchos estados, al gobierno por el demos1, a la democracia. (p. 123)
En su obra El nacimiento de la
política, Finley precisa que:
El derrocamiento de la tiranía de los Pisistrátidas en Atenas, en 510 a.C., se vio seguido de una intensa lucha entre facciones aristocráticas que ganó Clístenes ‘después de atraer a su bando al demos’. Procedió a reestructurar la maquinaria gubernamental y para ello se basó en las más de cien demos (municipios) de Ática, que combinó en diez unidades nuevas llamadas philai (traducidas convencionalmente, ..., por ‘tribus’)... (pp. 61-62)
La Democracia Esclavista
La democracia
esclavista se estableció definitivamente, en Atenas, con la constitución de
Clístenes, en el 508 a.C., y alcanza su
máximo esplendor en el gobierno de Pericles. Con ella se desarrolla el ideal
democrático de “vida común armónica” que se expresa, por ejemplo, en la
Oración Fúnebre -atribuida por Tucídides a Pericles- en honor a los soldados
caídos en el primer año de la guerra del Peloponeso, Pericles dice:
Por lo que cada
uno de nosotros, de cualquier estado o condición que
sea, si tiene algún
conocimiento de virtud tan
obligado está a procurar el bien y
honor de la ciudad como los
otros y no será nombrado para
ningún cargo, ni honrado, ni atacado, por su linaje o solar,
sino tan sólo por su virtud y bondad.
Que por pobre que sea, con tal que pueda
hacer el bien y
provecho a la República no será excluido de los cargos y
dignidades públicas. (TUCIDIDES, lib. II, 35-46, cf. en Sabine, G., 1985, p.
23)
La concreción de este ideal democrático fue posible, parcialmente,
en la medida en que las condiciones materiales de existencia atenuaron la
brecha económica entre ciudadanos pobres y ricos. El desarrollo de la actividad
comercial, entre los siglos VII y V a.C., fue fundamental para posibilitarlo,
en tal sentido Kuczynski (1974) afirma
que:
...el comercio exterior, junto con el aumento correlativo de los bienes de intercambio, puede ser considerado desde un doble punto de vista como base del desarrollo de la economía esclavista, en cuanto creaba posibilidades cada vez mayores de empleo y en cuanto al mismo tiempo los suministraba. ... (en Lecturas Básicas de H.T.P.-I, E.U.S., p. 100)
Según Finley (1986)
“Atenas consiguió su apogeo definitivo en territorio y población a mediados del
siglo V;...” (p. 87). Tal apogeo se articula, por una parte, la expansión y
profundización de la esclavitud, factor clave para la superación de la
esclavitud por deudas, y , por otra, en forma decisiva, a la consolidación de
Atenas como potencia hegemónica griega. El triunfo ateniense en las guerras
médicas, la derrota a los persas -primero en las llanuras de Maratón (490 a.C.)
y luego, con su poderosa flota naval, en la Bahía de Salamina (480 a.C.)-
convierte a Atenas en la ciudad rectora del mundo helénico. Cabe destacar que:
...Ninguna otra ciudad estado griega tuvo una base territorial y demográfica tan extensa en términos comparativos (excluyendo el caso distinto del territorio de Esparta basado en la conquista). Ninguna otra tampoco, ..., tuvo la inestimable ventaja de substanciosas minas de plata dentro de sus propios confines (en Laurion, región al sudeste del Ática). Las autoridades antigua estaban de acuerdo en creer que las minas fueron la clave de la expansión naval que dio a Atenas en papel decisivo en las guerras médicas, y el ímpetu para establecer inmediatamente después de ellas un imperio marítimo. (Finley, 1986, pp. 30)
Para
resistir al invasor se crea la Liga de Delos, confederación de ciudades griegas
encabezada por Atenas que coloca su flota naval al servicio de dicha
confederación, de la cual, a su vez,
asume el mando. Firmada la paz con Persia, Atenas se niega a disolver la
Liga y continúa administrando el tesoro central de ésta -creado, en principio,
para luchar contra los persas-; a su superioridad naval se suma, entonces, su
superioridad monetaria. El auge económico y político de Atenas se nutre del
tributo anual de unas 150 ciudades, principalmente jónicas,
que no podían mantener flotas propias y que pagaban protección a Atenas. Con
respecto a esta cuestión Perry Anderson
(1980) señala que: “El tributo total
procedente del imperio era, según los cálculos, un 50 por ciento
superior a los ingresos
interiores del Ática, e
indudablemente anunció la
superabundancia civil y
cultural de la
polis de Pericles.” (p. 37). De
tal forma, “la confederación ... fue convertida por Atenas en un Imperio, sus
aliados se transformaron en súbditos y la protectora de Grecia en su tirana. (Farrington 1979 b, p.
66)
El auge económico y
financiero le permite a Atenas: propiciar la paz social mediante la creación de
fuentes de trabajo para aquellos que no poseían propiedad territorial,
instituir el servicio militar remunerado en la flota naval y emprender -durante el gobierno de Pericles- el
desarrollo de obras públicas para el embellecimiento de la ciudad.
Refiriéndose a lo anterior, Finley
(1986) sostiene que:
Sólo en Atenas, por lo que conocemos, el estado proporcionó una ayuda económica masiva a los pobres mediante el empleo en la flota y la provisión de paga, en forma de modesto jornal, per diem, para toda la gama de cargos, incluyendo los cientos de miembros de los jurados e incluso, desde comienzos del siglo IV, a los asistentes a las reuniones de la asamblea. (p. 51)
Se establecen, en
consecuencia, los mecanismos adecuados, teóricamente, para la
plena participación en la vida
ciudadana: la Asamblea Popular, como máximo organismo de toma de decisiones
políticas, la elección por sorteo para integrar el Consejo de los Quinientos y
los tribunales y, como compensación a lo que se dejaba de percibir mientras se
estaba en el ejercicio de la función pública, deber indeclinable de todo
ciudadano, la asignación de una pequeña paga diaria. Cabe destacar que en
Atenas, según Finley (1986),
...la mayoría de los cargos estaban restringidos al término de un año, los miembros del consejo a dos, con la notable excepción del cargo de strategos, con mucho el más prestigioso del estado desde principios del siglo V a.C., para el que se elegía al candidato (no se sorteaba), y que podía ser reelegido sin límites. (p. 80)
y, más adelante, Finley agrega refiriéndose a los
strategos que:
...Los diez strategoi atenienses eran elegidos anualmente y su lista, en el siglo V, incluye a los líderes más conocidos de la época, elegidos para ejercer el cargo militar más alto por su influencia política, no a la inversa. (p. 81)
La organización
política antes descrita, garantizaba, en principio, la plena participación del
ciudadano. Participar significaba:
influir con voz
y voto en
las decisiones del
estado, proponer, objetar o rectificar anteproyectos de ley y hablar en
pro o en contra de las mociones presentadas en la Asamblea Popular.
En la
práctica, sin embargo,
bajo la igualdad política subyacía la desigualdad económica, los
ciudadanos pobres atados a las necesidades básicas de subsistencia, no poseían
ni los medios ni el tiempo requeridos para obtener la educación adecuada a las
funciones públicas que exigían, entre otras cuestiones, hablar y ser escuchados
en dicha Asamblea, de allí que –según Finley (1986)- “...Incluso en Atenas,
bajo lo que los historiadores modernos tienden a llamar “democracia radical” el
demos nunca proporcionó a la asamblea oradores salidos de sus filas.” (p. 43).
Por otra parte, Finley (1983 a) considera que
el asistir regularmente a la Asamblea Popular debió exigir un sacrificio
significativo, sobre todo para aquellos campesinos que vivían en los pueblos
más alejados del Ática (p. 40). Por su parte Perry Anderson (1980), coincide
con lo expuesto, en tal sentido sostiene que:
...la democracia popular directa se diluía en la práctica en el predominio informal sobre la asamblea de los políticos profesionales, procedentes de las familias aristocráticas, tradicionalmente ricas y de alta cuna, y más tarde de los nuevos ricos. (p. 34)
Finley (1982 b) amplía, en este sentido, al referir que los
políticos profesionales para el complicado aparato estatal ateniense
(complicado sistema fiscal, naval y diplomático) surgían de los círculos
acaudalados. Hasta la guerra del Peloponeso dicho monopolio pertenecía a las
antiguas familias propietarias rurales, que dejaban a sus esclavos de
confianza la responsabilidad de
administrar sus propiedades. Luego surgieron nuevos hombres -Cleón,
Cleofón, Anito, etc.- que basaban su ocio en la industria artesanal de sus
esclavos o que los alquilaban, por día, a los industriales que tenían
concesiones para explotar las minas de plata de Laurion, hacia ese lado se fue
inclinando la balanza del poder con el correr del tiempo y se les denominaba
oradores. (pp. 73-79)
Atenas: La Educación y La Cultura
Durante el período de florecimiento de la democracia esclavista,
en tanto las condiciones materiales de existencia lo hicieron posible, los
antagonismos entre los pocos y los muchos se vieron atenuados. Sin embargo, los
sectores aristocráticos mantuvieron el predominio ideológico mediante el
monopolio de la educación y la cultura. Desde la trinchera de la actividad intelectual
la aristocracia ateniense -apoyada en el trabajo de los esclavos que
garantizaba su ocio- detuvo el crecimiento de todo aquello que pudiera
constituir una amenaza para su dominación y legó a la posteridad una teoría del
estado eminentemente aristocrática, pues, tal como lo afirma Novack:
...En toda la antigüedad la filosofía fue privilegio de las clases sociales superiores cultas que poseían ocio, la oportunidad y el incentivo para teorizar acerca de los problemas de la naturaleza, la sociedad y la mente humana. Durante toda la sociedad de clases, y sobre todo en esta etapa de la misma, la teoría no ha sido una actividad del conjunto del pueblo... Las masas productoras carecían de las condiciones más elementales para la vida intelectual... (p. 233)
Esta hegemonía de la
aristocracia esclavista permite explicar, en parte, la brusca interrupción del
pensamiento naturalista jónico simultáneamente con el desarrollo de la
democracia. Dicha línea de pensamiento había alcanzado su máxima expresión en
el siglo V a.C. con la teoría atómica de Demócrito y con la medicina
hipocrática. Según Farrington (1979ª) el
naturalismo jónico representa: “.la
imagen del hombre que actúa en
forma racional frente
a la naturaleza, confiado en que las leyes de la naturaleza
no son superiores a las posibilidades del entendimiento humano,...” (p. 54)
La ciencia Jónica se
basa en la observación, con la medicina hipocrática el objeto de conocimiento
se hace susceptible de manipulación y los resultados de la investigación minan
las creencias religiosas y las supersticiones, lo que se evidencia, por
ejemplo, en la definición hecha por Hipócrates de la epilepsia, considerada por
sus contemporáneos “enfermedad sagrada”, sobre esta cuestión dice:
Tal enfermedad no me parece a mí más divina que las demás, sino que tiene una causa natural y su presunto origen divino se debe a la ignorancia de los hombres y a su asombro ante sus características fundamentales. (Los Preceptos, Cap. VI, cf. E Farrington, 1979 a, p. 54)
Este
planteamiento tiende a colocar en situación comprometida las creencias
religiosas que constituyen factor fundamental para justificar la superioridad
de la aristocracia hereditaria y elemento constitutivo de la vida de la polis,
puesto que:
... ningún acto público [...] se llevaba a cabo sin el sacrificio previo, el juramento era la sanción normal de los acuerdos públicos; los dioses se consultaban mediante oráculos y otros mecanismos; los triunfos compartidos con los dioses; la administración de las festividades religiosas más importantes eran responsabilidad del estado, como también el castigo a impiedad y la blasfemia. ... (Finley, 1983 a, pp 34-35)
Y, si bien es cierto que con la democracia la
organización y la administración de la religión pasaron a manos de la asamblea,
no es menos cierto que la aristocracia controló -en la medida de lo posible-
toda tendencia a debilitarla mediante su control informal sobre la
asamblea. Anaxágoras, representante
típico de la ciencia jónica, es un ejemplo de lo anterior, mediante una ley que
permitía denunciar a los que no practicaban la religión del Estado y enseñaban
teorías sobre “las cosas de lo alto”...2 enfrentó -a pesar, o como consecuencia,
de su amistad con Pericles- un
juicio por impiedad que lo obligó a huir de Atenas. Su delito, enseñar
que el sol era piedra caliente al rojo vivo y la luna era
tierra. La aristocracia
supo apoyarse en las supersticiones de la multitud para detener el
desarrollo del naturalismo y atacar, indirectamente, el gobierno de Pericles.
Pero, por
otra parte, las propias características de la vida de la polis y la importancia
que adquiere la participación ciudadana en los asuntos del estado constituyen
terreno propicio -que interactúa con los intereses de la aristocracia- para
detener definitivamente el
avance del naturalismo y centrar
la reflexión en el problema del hombre y de sus relaciones con el estado, en lo
que ha sido denominado, por algunos historiadores de la filosofía, como el
vuelco antropológico. El conocimiento de la naturaleza física se convierte,
por obra y gracia de Sócrates
(469-399 a.C.), en opinión. Para Sócrates el problema del
conocimiento científico no tiene ninguna relación con el dominio del hombre
sobre el medio natural, preocupación vulgar frente a la necesidad de enfrentar
la corrupción de la vida política de la época, corrupción que emerge -según
este pensador- de la carencia de toda orientación segura para la vida recta.
Comprender y explicar el pensamiento
socrático -que influye decisivamente en Platón y Aristóteles- obliga a hacer
referencia a los sofistas. Éstos aparecen a mediados del siglo V a.C. y
representan la repuesta práctica a la necesidad de una nueva educación
acorde con las exigencias de la polis. Y es que el sistema educativo ateniense,
con su énfasis en la gimnasia y en la música, no preparaba para el ejercicio de
la ciudadanía:
La nueva sociedad urbana y ciudadana -dice Jaeger (1957)- tenía una gran desventaja frente a la aristocracia, puesto que, aunque poseía un ideal del hombre y del ciudadano y lo creía en principio muy superior al de la nobleza, no tenía un sistema consciente de educación para llegar a aquel fin. La educación profesional que heredaba el hijo del padre si seguía su oficio o industria, no podía compararse con la educación total del espíritu y cuerpo, del aristocrático..., fundada en una concepción de conjunto acerca del hombre. Pronto se hizo sentir la necesidad de una nueva educación que satisficiera a los ideales del hombre de la polis. (p. 263-264)
Marrou (en Finley M. I. ed., 1983 a),
por su parte, sostiene que desde el siglo VI a.C., primero en Atenas, luego en
el resto de Grecia -a excepción de Esparta- las preocupaciones militares
quedaron en un segundo plano tanto
en la educación
como en la
vida; no obstante,
la educación, más civil que militar, siguió siendo una educación física.
La palestra y el gimnasio eran las instituciones en las cuales el
niño y el adolescente se entrenaban en el deporte, el ideal era la armonía y la
belleza corporal.
El aprendizaje atlético, limitado en
principio a una élite aristocrática, fue abriéndose, progresivamente, a otras
clases sociales de la ciudadanía, en correspondencia con la evolución de la
democracia. Sin embargo, los costosos deportes ecuestres: equitación y carreras
de carro -que formaban parte de la pedotribia- estaban siempre limitados
a una clase minoritaria. La formación deportiva era de carácter competitivo.
Cabe destacar que las mujeres estaban excluidas, la ciudad-estado griega era
una mancomunidad masculina.
La educación era, en consecuencia, más física que intelectual, pero también era una educación artística, concretamente musical antes que literaria. El canto, el baile y tocar la lira formaban parte integral del aprendizaje del joven griego y el componente literario penetró por la vía del canto.
La escritura -instalada a comienzos del siglo VIII a.C. -con el
alfabeto fonético de origen fenicio- y su difusión, estimuló la aparición de
las escuelas propiamente dichas, dirigidas por el maestro de primeras letras.
Se aprendía a leer y escribir, la aritmética fue siempre marginal y se
limitaba a la práctica de aprender a contar. El castigo físico era el único recurso
frente a la resistencia al aprendizaje de la lectura, en cuya enseñanza se
espaciaban las etapas de la instrucción. Se iba de lo sencillo a lo complicado,
espaciando uno por uno los diferentes elementos que se habían separado
analíticamente de la estructura del lenguaje escrito: primero el alfabeto, luego
las sílabas, después las palabras y, finalmente, la frase entera. Sólo después
que el alumno dominaba la frase correspondiente se pasaba a la siguiente. El
avance era lento, se requerían tres o cuatro años para aprender
a leer.
Tal es el cuadro educativo que se estableció en Atenas a finales
del siglo VI a.C.. Paulatinamente fue adquiriendo importancia el estudio de la
literatura, con la correspondiente reducción del papel de la música y de la
gimnasia.
El movimiento de los Sofistas |
En
la adolescencia intervenía la pederastia que desempeñaba un papel de capital
importancia en la educación del adolescente (al margen de todo componente
sexual) y se expresaba en la frecuente compañía, sobre todo en el gimnasio, de
un adulto amado y objeto de una fervorosa admiración, a través del cual el
joven se modelaba a sí mismo con el
objeto de alcanzar el ideal de “bello,
bueno y valiente”.
Con el progreso surge la necesidad de
una educación superior. Cabe destacar que, tal como lo indica Finley (1986), en
Atenas –al igual que en otras ciudades-estado- el papel del estado en la
educación fue casi irrelevante -lo cual, por cierto, es cuestionado por
Platón-, por otra parte, lo que podríamos denominar “La educación superior,
esto es, cualquier pedagogía por encima de lo más elemental –lectura, escritura
y cuentas- estaba restringida naturalmente a una pequeña élite, ...” (p. 44).
Ahora bien, la revolución educativa
se inició con los sofistas en la segunda mitad del siglo V a.C. y culminó
con las obras de Isócrates, cuya profesión pedagógica va del 393 al 338
a.C., y de Platón, quien enseñó del 387 al 348 a.C.. Estas escuelas
rivales configuraron las dos formas que adquiriría la cultura griega: la
oratoria y la orientación filosófica. Isócrates hizo concesiones a las
matemáticas y a la filosofía denominándolas gimnasia del intelecto. (p.
196-212).
Isócrates, según Finley (1977), rechaza la propuesta de Platón y
considera que: “la educación superior debe ser una formación para la vida, para la vida justa de la élite ciudadana”. Para Isócrates la importancia de
las matemáticas, la gramática y la música radicaba en que eran “gimnasia de la
pshyche” -constituyéndose en precursor de la teoría de las facultades
(facultades psíquicas que se fortifican igual que los músculos mediante
ejercicios)-, plantea que “la virtud no puede enseñarse aunque sea la meta de
la vida”, sostiene que aquel que posea predisposición para la virtud y, a la
vez, una posición adecuada en la vida, podrá hacerse “más digno y mejor”,
si se esfuerza en hablar bien y en forma persuasiva, y eso sí puede enseñarse.
(p. 303-304)
Es importante destacar que, tanto en sus orígenes como en su desarrollo, la oratoria griega “..., tiene una sencilla explicación, ...: se trata de satisfacer las necesidades creadas por la emergencia de asambleas y tribunales populares.”... (Finley, 1977, p. 307)
Frente al sistema educativo existente
en Atenas, descrito en las líneas
anteriores a partir de Marrou, los sofistas ofrecen una “enseñanza
útil” y, si
bien es cierto que no constituyen una escuela, hay en
ellos ciertos rasgos exteriores que, siguiendo a Martínez Marzoa (1980)
permiten caracterizarlos de la siguiente manera:
- son profesores itinerantes que capacitan a sus discípulos para el éxito en la vida de la polis;
- en la medida en que ofrecen una “enseñanza útil”, cobran por proporcionarla;
- dentro de los contenidos de dicha enseñanza juega un papel fundamental el arte de conducir por la palabra a los demás, es decir, la retórica;
- proporcionaban un saber que, en términos generales, puede resumirse en la siguiente expresión de Protágoras: “hacer más fuerte el argumento del más débil”;
- propugnaban una moral relativa, adaptada a las circunstancias y, generalmente, se muestran escépticos frente al problema del conocimiento;
- enseñaban oralmente, a modo de cursos, y, en algunas ocasiones, daban conferencias públicas: no sólo practicaban el discurso preparado previamente sino también la improvisación. (p. 97)
Los límites del presente trabajo
impiden desarrollar exhaustivamente el pensamiento de cada uno de los sofistas;
empero, es importante destacar que la
acción educativa de éstos estaba dirigida a aquellos que poseían
medios de fortuna
suficiente y, simultáneamente,
que tal educación constituyó un factor decisivo en el desplazamiento del
dominio informal de la asamblea popular, por parte de la aristocracia, hacia los sectores oligárquicos, denominados
con frecuencia “oradores” o “demagogos”3.
Sócrates
se opone abiertamente a los
sofistas: frente al escepticismo, que conduce a Protágoras a sostener que,
en vista de que todo cambia, la verdad es sólo una opinión que varía de hombre
a hombre y según las circunstancias, Sócrates niega la percepción
sensible como fuente del conocimiento, por cuanto se ocupa de lo natural
mudable y perecedero, y sostiene la existencia de verdades eternas e
inmutables. Ante el relativismo
moral de aquellos
que colocan la justicia y la ley como valores
circunstanciales, ajustados al interés particular e, incluso, como
antinaturales, Sócrates plantea la necesidad de conocer la Virtud
Absoluta e inmutable, cimentada en la razón y fundamento necesario para el
gobierno del estado. Frente a los que se colocan del lado de la democracia,
desarrolla una concepción aristocrática
según la cual los que poseen el auténtico saber son los destinados a gobernar,
de allí que diga, según Xenofonte: “Reyes y
gobernantes no son los
que sustentan el cetro, ni los elegidos por azar; o los que obtienen
el poder mediante el sorteo y el engaño, sino los que saben gobernar” (XENOFONTE: Memorias sobre Sócrates. T. III.,
pp. 9-10, cf. en PROKOSKI, V. S. y otros, 1986,
p. 57).
Jacques-Louis David. La muerte de Sócrates. 1787 |
En el año 400 de nuestra era, Anito, persona poderosa y popular, Melito, poeta oscuro, y Licón orador político, acusaron a Sócrates, hijo de Sofronisco de no creer en la religión del Estado y de corromper a la juventud enseñándola a no reconocer a los dioses de la República. ... (p. 9).
Cabe preguntarse ¿qué ha ocurrido y
cómo se ha desencadenado la crisis? A continuación intentaremos aproximar
algunas respuestas a estos interrogantes.
Esparta y la Decadencia Ateniense
Como ya vimos, el florecimiento de la
democracia esclavista se fundó en la expansión de la esclavitud y del poder
imperial de Atenas y alcanza, finalmente, sus propios límites, tanto internos
como externos.
Con relación a la política exterior el
imperio ateniense encuentra sus límites en las propias características de su
democracia directa, la cual impide el establecimiento en las ciudades
dependientes de una burocracia que garantice la subordinación a Atenas. La
única obligación de estas ciudades era pagar tributo a Atenas lo que,
indudablemente, debió generar descontento en el seno de esas comunidades.
Por otra parte, la hegemonía de la
democrática Atenas en la Hélade
constituyó un factor amenazante y de desconfianza para la aristocrática
Esparta. Esta ciudad-estado representó, desde el punto de vista
político-social, el polo opuesto a Atenas.
Esparta, en principio, fue una sociedad de
iguales por nacimiento y por herencia -si se les permitía seguir viviendo al
momento del nacimiento-, ser iguales significaba, según Finley (1977),
compartir un ciclo de vida común que incluía:
- Una instrucción común, formalizada y obligatoria, destinada a inculcar la obediencia, el valor, la disciplina y las habilidades de un militar de profesión;
- Una única vocación u ocupación, a saber, la de hoplita u oficial;
- la seguridad económica y la franquía completa de las preocupaciones monetarias, al estar todas las ocupaciones productivas y auxiliares en manos de las distintas categorías de vasallos, los ilotas y los periecos;
- Una vida pública (antes que privada) en una comunidad enteramente masculina, con un máximo de conformidad y anti- individualismo. (p. 254)
De lo anterior se desprende
que Esparta fue una comunidad totalmente organizada en función de la
“utilidad pública” y el proceso educativo, controlado por el estado, jugaba un
papel fundamental en la transferencia de la fidelidad de la esfera familiar a
la comunidad, de tal forma:
...La familia, en suma, queda minimizada en cuanto unidad ya fuera de afecto o de autoridad y reemplazada por agrupaciones de varones que ocupaban su esfera: las divisiones por edad,las parejas homosexuales entre varones adultos y jóvenes (uniones “platónicas” o no), los cuerpo de élite, la syssitia. ... (Finley, 1977, pp. 255-256)
Los
espartanos integraban, por lo tanto, un cuerpo militar a tiempo completo, sus
vidas estaban moldeadas por el Estado y se dedicaban por completo a él; lo cual
era posible en la medida en que las actividades productivas y de servicios eran
responsabilidad de las clases subordinadas: los periecos y los ilotas. Los
periecos
...eran hombres libres que vivían en sus propias pequeñas comunidades (como Gitio) pero que diferían del modelo griego normal en el sentido de que carecían de autonomía en la esfera militar y en los asuntos exteriores por lo general. En estos aspectos estaban sujetos a los espartanos, obligados a aceptar la política espartana y a luchar en el ejército de Esparta bajo las órdenes de los espartanos cuando los llamaban. (Finley, 1983 b, p. 126)
en relación a los ilotas:
En cuanto carecían de libertad personal, ...esclavos, pero han de ser diferenciados de los auténticos esclavos, que eran bienes muebles, propiedad personal de sus amos. Los ilotas estaban sometidos al estado espartano, asignados a individuos, no tenían libertad para moverse, controlar sus vidas, pero poseían ciertos derechos que normalmente eran respetados. Su obligación básica era cultivar la tierra y ocuparse de los pastos de los espartanos a quienes estaban atados,... Conservaban sus relaciones familiares y en gran parte vivían en sus propios grupos (“comunidades” sería palabra demasiado fuerte). Por tanto tenían su propia descendencia: nunca oímos decir que Esparta importara nuevos hilotas de fuera, y este solo hecho los distingue perfectamente de los esclavos bienes de otras partes. (Finley, 1983 b, pp. 126-127)
Desde el punto de vista político, Esparta
estaba organizada de la siguiente manera: en la cúspide del poder político
estaban dos reyes que se controlaban mutuamente, si uno se ausentaba en la
guerra el otro asumía el pleno control del mando. Además, un consejo de
ancianos, la Gerusia, integrado por 28 ancianos encargados de fiscalizar
permanentemente los asuntos públicos. La asamblea integrada por todos los
espartanos mayores de treinta años, varones, que se reunía para decidir
políticas fundamentales y, por último, una magistratura popular integrada por
cinco éforos encargados de vigilar y fiscalizar a los monarcas, tal
magistratura se renovaba anualmente; con el tiempo la balanza del poder se
inclinó hacia estos funcionarios de forma ilimitada.
Tal sistema engendró, necesariamente,
desigualdades, unas surgían del éxito de cada joven en la institución educativa
(agogé): competencias, juegos,
caza –que incluía la caza de ilotas insurrectos que eran perseguidos por los
efebos, en lo que constituía un rito de iniciación para probar el valor guerrero,
virtud por excelencia para la vida ciudadana- y/o en la guerra. Otras desigualdades surgían de la necesidad de
elegir caudillos no sólo para las unidades militares más pequeñas sino también
para las cofradías por edad que se iniciaban tempranamente y formaban parte de
la educación. Indudablemente existió también la desigualdad económica, de hecho
los espartanos que no podían hacer su aporte a las comidas públicas (la syssitia)
quedaban excluidos de los derechos ciudadanos.
Esparta logra agrupar a su alrededor el
descontento griego contra Atenas y se desata la guerra del Peloponeso (431- 404
a.C.), es significativa la versión de Tucídides en torno a las motivaciones de los
corintios para pedir a los lacedemonios (espartanos), en el año 432 a.C.,
que tomaran la iniciativa contra Atenas:
Persuadidos de que la ciudad que se había alzado como tirana de la Hélade lo había hecho sobre todos sus estados por igual... ataquémosla y reduzcámosla para que podamos vivir con seguridad en el futuro y para que los helenos que ahora están esclavizados conquisten su libertad. (TUCIDIDES (I, 124), Cf. Aristóteles, Retórica, 1396 al 1398, en FINLEY, M.I., 1977, p. 196.
Crisis de la Democracia Ateniense
El dominio que Atenas había logrado sobre el resto de las Ciudades-Estado griegas, gracias a la Liga de Delos había decaido ya para 404 a.C. |
La guerra
hace estallar al interior de Atenas la, hasta entonces atenuada, oposición a la
democracia, se cuestionan las instituciones de ésta y se objeta la capacidad de
los pobres para asumir las funciones de gobierno. El golpe oligárquico, del 411
a.C., evidencia la lucha política: la asamblea vota la abolición de la
democracia en momentos en que un gran número de ciudadanos pobres
prestan servicio militar en la flota naval, se crea un consejo
de 400 miembros
que gobiernan férreamente, se designan treinta varones para reformar las leyes, se
establece la cualificación financiera para detentar cargos públicos y se
elimina la compensación económica por ese concepto. El golpe provoca fuertes
reacciones y conmociones callejeras, poco tiempo después se restituye la
democracia.
En el 404
a.C. se produce la derrota definitiva de Atenas, Esparta recibió, igualmente,
apoyo interno de aquellos sectores aristocráticos que la tomaban como modelo,
se establece una guarnición espartana en territorio ateniense y se nombra una
férrea junta, los treinta tiranos, que gobiernan por un breve período. En el
403 Esparta se divide y tiene que enfrentar problemas internos, Atenas retorna
a la democracia pero la crisis continúa. La guerra ha agotado su capacidad
financiera, ya no dispone de los recursos monetarios que le proporcionaba la
Liga de Delos, su otrora poderosa flota naval está prácticamente destruida y
los límites de su propia economía constituyen un obstáculo para el ejercicio de
la democracia.
Por debajo de los
cuestionamientos políticos de los sectores aristocráticos a la democracia
subyacen factores económicos. De hecho, las posibilidades de recuperación
económica encuentran sus límites en la propia esclavitud que no propicia el
desarrollo de las fuerzas productivas, éstas permanecen estancadas. Por otra parte,
la creciente separación entre trabajo productivo, considerado actividad
inferior, y conocimiento científico limitan, igualmente, dicho desarrollo,
Finley (1982 b), con respecto a esta cuestión afirma lo siguiente:
...cada vez fue aumentando también un obstáculo intrínseco que estorbaría el progreso ulterior, obstáculo que con el tiempo fue enorme y que podríamos describir -un poco a grandes rasgos y con amplia cabida para las excepciones- como la creciente separación, el divorcio entre la teoría y la práctica o, en terminología actual, entre la ciencia pura y la ciencia aplicada. El saber se consideraba como un bien y la sabiduría como el bien más alto; pero la finalidad del aprender era el saber, el conocer, no el hacer: llegar a entender contemplativamente al hombre y a la naturaleza, más bien que a dominar o transformar la naturaleza para ganar en eficacia o aumentar la producción. (p. 123)
A pesar de esta situación, los ciudadanos pobres no están
dispuestos a renunciar pasivamente a sus derechos y, por otra parte, los
sectores oligárquicos -en cierto modo temerosos del poder en manos de la
aristocracia y con la experiencia de un fracaso- tienden
a apoyar una democracia que se transformó en terreno fértil para la demagogia. En consecuencia,
la democracia se mantiene, en el 338 a.C. se consuma el triunfo macedónico
sobre los griegos, en el 332 a.C., después de la muerte de Alejandro, Macedonia
sofoca una rebelión ateniense y restaura la vieja constitución basada en el
censo de propiedad. Atenas ha perdido la hegemonía política, más no su
supremacía intelectual por cuanto Platón y Aristóteles marcarán,
definitivamente, el desarrollo de la filosofía occidental.
Es,
precisamente, en este siglo IV a.C., convulsionado por los antagonismos económicos,
sociales, políticos e ideológicos, donde se producen las propuestas pedagógicas
de Platón y Aristóteles, ambas articuladas íntimamente a finalidades políticas
y en el marco de proyectos de estados ideales orientados a superar dichos
antagonismos y a restituir el ideal de “vida común armónica”.
De tal
manera, las concepciones pedagógicas de Platón y Aristóteles funcionan como
ideologías, ambos organizan en un sistema teórico ideas tomadas de la realidad
social en la cual actúan y las presentan como autónomas, fundamentadas en
planteamientos filosóficos que ubican en
principios divinos o en principios naturales,
respectivamente; de tal
modo, explican y justifican la desigualdad social y,
en consecuencia, la esclavitud y la explotación del hombre por el hombre.
El ideal pedagógico se perfila, tanto
en Platón como en Aristóteles, mediante un conjunto de cualidades morales y
cognoscitivas que -teóricamente- conducen a la formación de un hombre virtuoso,
capaz de garantizar la armonía social y la
superación de la stasis o, en otras palabras, la superación de las
luchas sociales. La justicia y la felicidad sólo son posibles en la medida en
que el estado asuma plenamente el control de la educación y la adecue a las
necesidades de la “polis ideal”. Por tal vía, los fines éticos de la
educación se subordinan a finalidades políticas orientadas a lograr un Estado
en el cual cada individuo cumpla la función social que le corresponde.
Esto dependerá: para
Platón del principio del alma que
domine, por designio divino, en cada individuo y para Aristóteles del respeto a
la ley natural que prescribe obedecer y mandar de acuerdo a la edad. Ambos
pensadores excluyen al trabajador productivo -debido a su
inferioridad natural- de toda posibilidad de participación en la vida de la
polis griega.
BIBLIOGRAFÍA
ABAGNANO,
N. y Visalberghi (1968). Historia de la Pedagogía. Fondo de Cultura
Económica. México.
ANDERSON,
Perry (1980) Transiciones de la antigüedad al feudalismo. Siglo Veintiuno
Editores, S.A., 3ra. Edición. España,
ARISTÓTELES. (1984) Ética a Nicómaco. (Vol. I y II) Ediciones Orbis, S. A.,Barcelona.
____________ (s/f)
La Política, Casa Editorial Granier Hermanos, Paris.
DIÓGENES
Laercio. (s/f) Vida de filósofos ilustres. (s/e)
DYNNIK
y otros. (1964) Historia de la Filosofía. Editorial Grijalbo. México.
Cap. II en Lecturas Básicas de H. T. P. – I, EUS, Escuela de Educación, UCV,
P.p. 105 – 133.
Farrington, Benjamín.
(1979). Ciencia y política en el mundo antiguo. Editorial Pluma y
editorial Ayuso, 4ta. edición. España.
_________________ (1979b).
La civilización de Grecia y Roma. Ediciones Siglo Veinte. Buenos Aires,
1979 b.
Finley, Moses I., (1981). Demagogos Atenienses, en M. I. en M. I. Finley, ed. (1981). Estudios sobre
historia antigua. Akal Editor, Madrid. P.p. 11-36.
_________________ (1983). El legado de Grecia.
Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. España.
_________________ (1986). El nacimiento de la Política.
Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. España, 1986.
_________________ (1982).
Esclavitud antigua e ideología moderna. Editorial Crítica, Grupo
Editorial Grijalbo. España, 1982.
_________________ (1983b) La Grecia Primitiva. Edad de bronce y era arcaica. Editorial Crítica. Grupo Editorial Grijalbo. España.
________________
(1982b) Los Griegos de la antigüedad. Editorial Labor S.A., 6ª
edición. España, 1982 b.
_________________(1977)Uso y abuso de la Historia. Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. España.
Jaeger, Werner. (1957). Paidea:
los ideales de la cultura griega. Fondo de Cultura Económica.
México, 1957.
Kuczynski,
Jurguen. Breve historia de la
Economía. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1974. En Materiales
Instruccionales de Historia de las Teorías Pedagógicas I, Estudios
Universitarios Supervisados, Escuela de Educación, Universidad Central de
Venezuela. Caracas, s/f. Págs. 196-212.
Marrou, H. I. Educación y Retórica en Finley M. I. (ed.). El legado de Grecia.
Editorial Crítica, Grupo Editorial Grijalbo. España, 1983. Págs. 196-212.
Martínez
Marzoa, Felipe. (1980). Historia de la
Filosofía Occidental. (Tomo I, Filosofía antigua y medieval). Ediciones
Istmo, 3ª edición. España, 1980.
Novack, George.
Los orígenes del materialismo.
Platón. Apología a Sócrates - Critón o el Deber del
Ciudadano. Espasa - Calpe Argentina, S.A. (Colección Austral,
639), 4ª edición. México, 1956.
PLATÓN.
(1947) Diálogos. “Fedón o del Alma”. Editorial Iberia, Barcelona, P.p.
59 – 134.
----------- (1977) Las Leyes. Editorial Aguilar,
Madrid.
-----------
(1976) La República. Editorial Vosgos, S.A. (Colección Grandes Maestros,
46) 3ª. Ed. Barcelona.
Prokowski,
V. S. y otros, (1986). Historia
de las Ideas Políticas. Editorial Grijalbo, S.A. México, 1986.
Russell,
Bertrand. (1947). Historia de la
Filosofía Occidental. (Tomo I). Espasa-Calpe, S.A. Argentina, 1947.
Sabine,
George. (1985). Historia de la
Teoría Política. Fondo de Cultura Económica, 14ª edición. España, 1985.
1 Esta guerra condujo a la
humillación de Atenas por parte de Esparta con el establecimiento de una
guarnición espartana en su territorio y de la férrea junta de los treinta tiranos.
Finley (1986), dice: “La ambigüedad de la palabra demos es muy significativa:
por una parte, se refería al cuerpo de ciudadanos como un todo, como en las
palabras introductorias de los decretos oficiales de una asamblea democrática
griega –“el demos ha decidido”- por otra parte, se refería al pueblo común, a
los muchos, los pobres, como en el Gorgias de Platón.” (p. 12)
2
Esta cuestión es tratada tanto por RUSSELL, Bertrand. Historia
de la Filosofía Occidental. Tomo I, p. 86 como por Farrington, B. Ciencia y política en el
mundo antiguo, p. 69.
3
Finley (1981) refiriéndose a la procedencia del término “demagogo” dice
lo siguiente: “La palabra demos era en sí
misma ambigua; entre sus significados, por ejemplo, había uno que logró
dominar en el uso literario, literalmente “el pueblo llano”, “la clase más
baja”, y este sentido proporcionó la subida de tono en los “demagogos” (llegados a ser líderes gracias al apopo de
la gente llana). Todos los autores aceptaban como axiomática la necesidad de
liderato político; el problema era distinguir entre el tipo bueno y el tipo
malo de líderes. En Atenas y su democracia, la palabra “demagogo” se convirtió
en la manera más fácil de identificar al tipo del malo, ...”... (p. 14)
No hay comentarios:
Publicar un comentario